SE TIENEN GANAS

Muchas.
Ni siquiera saben cuando llego el momento de imaginarse el uno al otro vestidos solo de piel, de ansiar el sabor de unos gemidos o el sonido de unos crujidos. Desean crujirse el uno al otro, consumir hasta el último aliento de oxígeno que parezca una tentativa de asesinato, crear una nueva sinfonía en la que rompan los muelles del colchón.
No importa cómo, no importa donde. 
Lo desean. 
Más que nada en el mundo. 
Pero solo se miran, a sabiendas de lo que el otro esta pensando. En perfecta sincronía, en una armonía ajena con el mundo exterior mientras se follan con la mente. Mentira, se follan con la mirada, con cada respiración, con cada sonrisa que araña las comisuras de sus bocas y con cada movimiento de lengua contra los dientes. Signo inequívoco de deseo, propio tan solo él mientras que ella es más discreta, pero más concreta. 


Él quiere quitarle la ropa rápidamente, a bocados o a pedazos. No importa el modo, solo le importa que al final ella este vestida solo con las bragas. Porque en ese momento, en el instante el cual tan solo está vestida por esa minúscula prenda interior y sus cabellos, es cuando el tiempo parece detenerse. Y después gotea lentamente desde sus ojos, bajando por sus mejillas en dirección a sus labios, siempre pintados de carmín. Ahí es cuando le vuelve loco tenerla cerca, notar la total extensión de su piel sin impedimentos. 
Empezar rápido pero para empezar en condiciones. 
Ella es menos complicada. 
Poco le importa que haya ropa de por medio, siempre encuentra el camino para deslizarse sin problemas. No le importan los lugares, por lo que a menudo acaba tachándose a sí misma de exhibicionista. No le importa, tampoco. Pero le gusta que le bese, que juegue con sus labios más que con cualquier otra parte de su cuerpo. Tenerlo en frente, notar su aliento contra su boca, su ojos atrapados en los suyos. 
Combatirle cara a cara. 
Son diferentes pero quieren lo mismo, vivirse el uno al otro haciendo que el tiempo parezca eterno. Haciendo que el tiempo sea eterno.  
No es complicado, es sumamente fácil. Siempre existe un momento, un lugar, una hora o una eternidad. Pero ellos continúan allí, mirándose el uno al otro sin hacer otra cosa más que follarse con la mirada. No importa que ella solo lleve ese culotte rosa de rayas blancas que tanto le enloquece ni que él la torture aún con los pantalones puestos; no importa porque lo han conseguido sin proponérselo, hacer que el momento sea eterno durante un instante.

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