Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2018

Sin nombre.

La última noche soñé contigo. No había un escenario espectacular y, curiosamente, nada sobrenatural. Una calle sencilla, el escalón de la puerta de una casa, un lugar conocido. Me senté a tu lado y durante varios minutos, o lo que percibí como varios minutos, ninguno de los dos dijo nada. Hasta que por fin, preguntaste: - ¿Por qué no me diste otra oportunidad? Mi pregunta más temida, pero con la respuesta más sincera. - Porque tú venías por probar, mientras yo necesitaba una prueba más.

Me gustaría, pero no.

Imagen
Me gustaría poder seguir siendo tonta. Seguir creyendo que todo el mundo tiene algo bueno en su fondo que en algún momento de su vida se impondrá a todas las actitudes tóxicas hacia quienes solo quieren su bien. Seguir teniendo la esperanza de que las personas se detienen para revisar qué les ha llevado hasta estar en su posición y tienen la consciencia de recapacitar ante sus errores, pedir perdón cuando acontece y pelear cuando merece la pena. Me gustaría poder seguir siendo tonta y poseer la esperanza de merecer la pena al punto de estar conmigo en mis errores, darme una bofetada cuando no reaccione y acompañarme en los momentos en los que la vida me aterroriza. No sentirme sola. Me gustaría poder seguir siendo tonta y continuar tendiendo mi mano a aquellos que la quieran, quienes la necesiten, sin la necesidad de vigilar mi espalda a cada paso. Confiar en los demás y en mi misma. Sentir que no hay sombras y que las personas son suficientemente capaces de

Todo lo que no me dejaste decirte.

Es, básicamente, que doliste como nadie había dolido en mucho tiempo. La frustración. La impotencia.  La repentina soledad. El vacío. La culpa, volviendo a rascar debajo de mi cama como si hubiera hecho algo malo. O como si hubiera hecho algo, simplemente. Los segundos. Los minutos. Las horas. Los días, uno tras otro sin saber, sin poder. Doliste, por que te habías convertido en mucho. Pero no en todo. Y esa fue mi condena a tus ojos.