Este es mi primer no cumpleaños desde que, ayer, cumplí 21 años. E, irónicamente, es un día algo más bonito; luminoso, cálido y tranquilo. Son esas ironías de la vida, que sin darnos cuentan te dan esas lecciones que tarde o temprano todos hemos de aprender. Porque, aunque resulte triste de aprender, una acaba dándose cuenta de que las fechas señaladas son simples días en el calendario, tan similares o peores que los anteriores y pasados, y las horas acaban terminando en un lento goteo que parece martirizarte poco a poco. Tal vez es que al llegar a la veintena deje de crecer y simplemente ahora estoy envejeciendo. Mi desquiciada teoría es que con los años que me quedan por vivir, en estos días supuestamente señalados, desaparecerán un poco mis arrugas, esas que le salen a lo largo del resto del año, para pasar a brotarme en el corazón. Un poco más de Peter Pan en el cuerpo el capitán Garfio y algo más de sabiduría - espero - en esos ojos que me devuelven la mirada cada día entre sueñ