CAP. 7 - MATALOBOS

-Todo el mundo me llama Livie. –murmuró la muchacha, sin ni siquiera percatarse de que había salido al porche de su casa; solo sabía que había algo en aquel joven que cada vez le resultaba más conocido, como si realmente fuera el mismo ángel que aparecía en sus pesadillas. Pero el sentido común le decía que era imposible, que había tenido aquellas pesadillas desde la muerte de sus padres y nunca antes había visto a aquel extraño. 
-Pero yo no soy todo el mundo, Liv. –replicó, como si quisiera burlarse del escaso sentido común que había en su cuerpo en aquellos instantes. -¿Aún quieres saber mi nombre? Ten en cuenta que podría traerte muchos problemas. 
-¿Quién eres? 
-Ven, acércate. –la incitó, pero su sonrisa disminuyó cuando Livie dudó. –Vamos, atrévete. Ambos sabemos qué es lo que más deseas en estos momentos. 


No lo tuvo que repetir dos veces puesto que Livie sabía perfectamente qué era lo que quería: quería saber el nombre de aquel extraño de una manera puramente irracional, como si fuera algo pendiente que necesitara resolver. Apenas los separaban dos pasos más y apenas pasó un segundo antes de que Livie los recorriera, provocando que la sonrisa del joven se volviera un poco menos amplia pero un poco más sincera, con un pequeño tinte de confusión que denotaba que no esperaba que realmente respondiera a lo que deseaba con tanta facilidad.

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