RAIN

Que no soy un gato para tener siete vidas y que si me mojo no bufo. Quizás sonría, lento, tierna, algo abochornada por cada gota de lluvia que se pega a mí en un férreo agarre del que no me puedo deshacer; que no te engañen, siempre quedan restos de la tormenta en tu piel bajo cada manta con la que cubres tu alma.


Y que en días como hoy, ayer y mañana me pregunto como puede gustarme tanto la lluvia. Si siempre tuve aspiraciones felinas aunque las uñas demasiado cortas para lo que me convenía.
Será porque me proporciona la excusa perfecta para continuar con el pijama puesto todo el día, como si nunca lo llevara a lo largo de las horas que componen una jornada. Será porque hay historias que solo se pueden leer cuando llueve, cuando en el exterior solo suenan las gotas de agua al caer y aparentemente todo esta en una calma engañosa. Muy engañosa. Será porque cuando el cielo se nubla me da la impresión de que el mundo esta un poco más en sintonía, que es capaz de dar algo de cuartel a los latidos desbocados de quien comparte un destino incierto con un millar de existencias más.
Será porque en realidad me gusta llevar la contraría la resto del universo, que solo hay un pequeño porcentaje de gente que se siente en calma cuando el caos estalla a su alrededor y me siento placenteramente dentro de ese porcentaje, serena cuando el cielo pugna por caerse en pedazos y disfrutando de mi pequeña tortura personal, esa que consiste en intentar contar las gotas de lluvia antes de que desaparezcan pegadas al cristal de mi ventana.
Demasiadas suposiciones para un día lluvioso. Admitamoslo, lo mejor de un día lluvioso es cuando nuestro astro rey consigue colarse entre las nubes. Entonces todo te parece un poco menos malo de lo que te parecía al despertar.
Solo un poco. 

Comentarios