EPÍLOGO


Rocco es un buen hombre y se ha centrado por completo en la ciudad. Creo que eso disminuye su dolor por la pérdida de Gabriel. ¿Sabes? Resulta raro hablar de él con su nombre, jamás lo utilicé. Y ahora me siento incapaz de dejar de usarlo.
[...]
Pero me estoy desviando, quería hablar de ti.
De ti, con tus cabellos rizados y ensortijados, de ese suave color cobrizo. De tu suave piel de fácil ruborizamiento cuando deslizaba mis dedos por ella. De tu boca normalmente sonriente, dulce al sabor y suave entre mis labios, de tus enormes esmeraldas… De la forma en la que cerrabas los ojos y te dejabas llevar por la música que reproducía aquel viejo tocadiscos. De cómo todo en ti se relajaba al contacto con Hero, de cómo sonreías como si fuera lo que su nombre significaba cada vez que le mirabas. No me gustaban los Bigs Daddys, pero Hero sí.
Sueño contigo ¿sabes? Nunca había soñado con nadie y tú pueblas mis sueños. Siempre lo has hecho desde que te conocí, a decir verdad. Te veo con tu vestido rosa manchado de sangre, con tus pies descalzos y de espaldas a mí, pero nunca te giras cuando te llamo. Te veo a mi lado mirando el techo tranquilamente, mientras tus pestañas tiemblan ante el movimiento de tus ojos por alguna de tus locas ideas. Te veo con tu expresión inocente, con tu sonrisa, con tus pícaros ojos, con tus delicadas manos…
Me estás volviendo loco. Me volvías loco cuando estabas conmigo; si estaba junto a ti apenas podía reprimirme para no tocarte pero si no estabas conmigo era un infierno. Te busco por todas partes. A veces me paso horas delante de las cámaras de seguridad y a veces creo verte mirando fijamente alguna cámara, semioculta y con una sonrisa burlona. Otras creo escuchar tu canción ...
[...]
Y dejaré de estar loco. Dejaré de imaginarte para poder tenerte. Porque hay algo, otra cosa que jamás te dije pero que leía en tus ojos cada vez que me mirabas, algo que necesito y me prometo, almacenó poco a poco más promesas, decirte alguna vez.

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