Punto y aparte.

Querida no más querida:

Siempre esperé ser alguien. 
No voy a mentir, no tengo necesidad de ello aunque más de uno creerá lo contrario y poro me llega a importar, la verdad. Siempre espere ser alguien en tu vida, pues después de los errores cometidos y la fé que creía depositada en mí, esperaba poder corresponder con una amistad que estuviera a la altura. Poder conseguir un mínimo de lo que daba, aunque fuera con el tiempo ya que no me importaba asumir los actos que habían sido erróneos. 

Curiosamente ese momento nunca llegó.
Ni siquiera era pospuesto, ya que sencillamente acabé por aprender que, respecto a mi, no sería nunca lo que eras para mi. Alguien que confiase en mí y en quien confiar, en las buenas y en las malas. Alguien a quien poder escuchar y que me escuchase, por muy enfadada que pudiera estar o por muy triste que pudiera sentirme. Alguien que me considerase una amiga y a quien considerar una amiga, una de las de verdad.

Pero tú no sabías tener amigas y yo llegué al punto de cansarme ante el hecho de intentar demostrarte que seguía ahí, por mucho que aquella serie de elementos concretos llegase a herirme. Me decía que merecía la pena, que si un día habías hecho algo que me había hecho sentir como si no fuera nada, ni siquiera una conocida, acabarías por darte cuenta y al menos no volviéndolo a hacer, ya que el perdón por el perdón nunca ha sido algo de lo que me fíe. 
Consideré que después de estar en tus malos momentos, escuchando, apoyando, siendo firme y tragando mis propios problemas, en el momento en el que yo necesitase un mínimo de apoyo contaría con aquellos a los que consideraba importante en mi vida, entre ellos tú.
Y solo encontré unas últimas palabras en whatsapp, un bloqueo, un no saber qué ocurría por no haber estado siquiera involucrada de ninguna lejana manera. 

La culpa fue mía, lo sé. Sabía que poco me considerabas independiente de quienes me rodean, que no eras capaz de ver en mi a la persona en vez de a la amiga de, que no mantendrías un argumento firme de ninguna forma puesto que ni tú misma puedes entenderte. 
Ya he dicho que no voy a mentir, aquello no fue lo único que dio pie a que me cerrara respecto a cualquier cosa que pudiera provocar que me sintiera de nuevo como si no fuera nada, pero si fue el detonante a ello. Porque me empujaste a mi límite cuando necesitaba que me sostuvieran, aunque solo fuera cogida con dos dedos. 
Te odié, con toda la intensidad y el asco que me forzaba a tener y a mostrar, ya que de no hacerlo todo lo negativo que sentía se hubiera vuelto en mi contra, me hubiera repetido más de una vez lo tonta que soy y me hubiera martirizado con ello hasta justificar comportamientos ajenos en los que no tenía culpa ninguna. A día de hoy te sigo odiando un poco, pero ese "asco" irreal solo se ha transformado en una profunda pena al ver lo que nos queda. 
La única vez que decidí dejar una lanza caer ante un escucharte al menos, tus últimas palabras fueron y ni siquiera para mi un "no voy a ser capaz de estar por nadie". En aquel momento solo me salió sonreír con ironía, sabiendo que gracias a eso me dabas los motivos para seguir adelante de manera definitiva. 

Esto no es un intento de recuperación, tengo bastante seguro que no vas a llegar a leer estas palabras en ningún momento y en parte me alegro. 
Esto es una carta que iría dirigida a la persona que creí mi amiga, no a la persona que eres. 
Es una carta para mi, para mi futura yo, para saber que en algún momento no fui yo la que dejó de luchar, fuiste tú quien me apartó para que no lo hiciera y quizás llegó a ser bueno para mi, ni siquiera lo sé ahora. 

Porque quizás vuelvo a ser débil, quizás vuelvo a creer que las personas tienen algo bueno y solo es cuestión de paciencia y oportunidades, quizás permito que me hagan daño. Y es algo que no deseo, es algo que actualmente me revuelve las entrañas de mil maneras así que, llegando al final, creo que incluso puedo llegar a darte las gracias por provocar que me diese cuenta de que existen personas que no quieren ser ayudadas y por las cuales no hay que dar de más, porque nunca llegarán a ver ni a considerar que realmente puedan hundir a nadie. 

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